domingo, 25 de marzo de 2012

TEATRO

PROCESO, ANATEMATIZACIÓN Y QUEMA DE UNA BRUJA EN UN ENSAYO GENERAL.




Obra ganadora del V Festival de Teatro Actual de Sitges (año 1971), representada por el Grupo Akelarre de Bilbao.
El prólogo que Luis Mª Iturri escribió para el libro que años después publicaría EDICIONES LIBROPUEBLO es esclarecedor. Dice:

Programa del Festival
Aquello empezó en la primavera de 1971. Necesitábamos un texto para el Festival de Teatro de Sitges y charlando con Pinilla y Rapha surgió la posibilidad de que ellos elaborasen una obra teatral. Propusieron un tema y yo acepté. Trabajaron durante dos meses y me presentaron un texto de 60 folios. Intuí de que la posibilidad podía transformarse en algo apasionante, si la propuesta primera (un grupo de estudiantes se encierra en un lugar determinado para conseguir estrenar una obra teatral), la llevábamos a la práctica.Cuatro actores experimentados de Akelarre y yo fuimos seleccionando intérpretes para aquellos personajes. Luego vino el encierro. Elegimos un caserío cerca del Gorbea. Y allí marchamos todos con la idea de no abandonarlo hasta la víspera del viaje a Sitges.Todos, con nuestras mochilas y sacos de dormir, vivimos en un caserío deshabitado desde hacía mucho tiempo; al principio bajo la mirada recelosa de los aldeanos vecinos y hasta con la visita de la Guardia Civil que vino a husmear lo que hacíamos por aquellos pagos.
Inmediatamente iniciamos nuestro trabajo: analizar una propuesta que después debería hacerse realidad en escena y que no sería sino la plasmación de un esfuerzo colectivo por recordar, vivenciar y reconstruir el paso de lo real a lo posible.
Cada uno de nosotros (real) lleva dentro un inquisidor (posible) y nos resulta muy difícil aceptarlo. Por supuesto que cada uno (real) lleva un Amaya-Libertad... No era todo explicable, no era todo demasiado creíble. Y, sin embargo, dieciséis personas encerradas, reunidas alrededor de una propuesta teatral "Realidad-Fantasía", intentaban desentrañar su capacidad de matar, de ajusticiar. Frente a nosotros estaba en juego nuestra propia capacidad de irracionalidad. Cada una de las situaciones era examinada, primero en el texto, luego sobre qué manera incidía individual o colectivamente en nosotros. Posteriormente pasamos a la siguiente fase del trabajo, en la que también individual y en colectivo experimentábamos sensorialmente sobre cada una de las situaciones que evolucionaban hasta llegar a los momentos-límites.
La parte "procesal" de la obra no angustiaba a los intérpretes, les era fácil asimilar, pero el aproximarse a la personalidad de cada uno y conseguir que llegasen a la idea de matar, hacía que su trabajo les resultase odioso, repulsivo. Los distintos pasos en los que los intérpretes se incorporaban a los personajes haciendo cada vez más difícil el límite realidad-ficción y en los que gradualmente el personaje-intérprete Amaya-Leire se iba configurando como un se rechazable, peligroso e incluso odiado, eran los de más difícil consecución.
Ilustración de Tomás Adrián
Entonces, decidimos crear un texto nuevo para todo lo que en la obra se desarrolla en la época actual, o más bien partiendo de aquel texto, recrearlo entre todos en sucesivas improvisaciones. Pero no bastaba sólo aquello, necesitábamos precisamente de todos los impulsos vivenciales que nos hiciesen llegar a un trance provocado y controlado para que después se produjese la catarsis necesaria. Nuestra lucha fue feroz. Recurrimos, como elementos provocadores, a la luz, los sonidos, al contacto de nuestra piel, los olores, a toda nuestra capacidad sonora como seres humanos. En medio de aquel conjunto sombra-contacto-olor-sonido-grito fue fluyendo el drama intensamente sentido, aprehendido por aquel grupo de intérpretes estudiantes.
El resultado fue una eclosión tensa que prendió al público y que en un silencio sobrecogedor se integró en el fenómeno escénico hasta el final apoteósico.
Pero, y aquí llega la ironía, aquel grupo de intérpretes que en su inmensa mayoría no eran actores, eclosionó también después del estreno. Tras la apoteosis, cada uno se fue por su lado con su experiencia a cuestas. Para todos ellos que lo vivieron, mi agradecimiento.
                                                
                                                                                                                LUIS ITURRI.


La obra se estrenó el día 7 de octubre de 1971 con los siguientes actores:


CARMEN RUIZ
ANTONIO RUPÉREZ
IGNACIO GUTIÉRREZ
mARIBEL DARRECHE
PEDRO EGURROLA
BEGOÑA PINILLA
RUFA GUTIÉRREZ
RAMÓN FERNÁNDEZ DE CASTRO
IÑAKI BÁRBARA.
JESÚS CASTROVIEJO.
IGNACIO GURREA
JON GURIDI


Escenografía y vestuario: IBARGOITIA
Luminotecnia: CHEMA ARDANAZ
Traspunte: ELENA DUEÑAS.
Efectos sonoros: P. GÓMEZ URIAGEREKA
Dirección: LUIS ITURRI.

NOTA DEL AUTOR:  El premio de la obra ganadora consistía en la puesta en escena durante un mínimo de 15 días en el POLIORAMA de Barcelona. No se pudo representar porque el Gobierno de Franco la censuró y la prohibió.







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LA CORTE DE PEDRO BOTERO.


En la foto: Luis Iturri, Juan Carlos Eguillor y J.J. Rapha Bilbao
Despuntaba el verano de 1972. Luis Iturri me dijo que le escribiera algo, otra vez para Sitges. En realidad me dijo que si me diera prisa tendría tiempo de ensayar la obra y rodarla por los pueblos de Euskadi. En Sitges tenían la norma de invitar al año siguiente, para cerrar el festival, a la compañía ganadora del certamen anterior. Así surgió La Corte de Pedro Botero.  Según iba entregando unos cuantos folios al director de Akelarre, él la iba ensayando con  un puñado de actores, todos pertenecientes a la vieja guardia. Antonio Rupérez , clérigo de bonete de tres altos, Ignacio Gutierrez , diablo feo y cojo. Otro diablo joven y hermoso, una vieja con medias del Athletic de Bilbao, Consolación, tentadora y de mala fama, un poeta bujarrete, un alguacil que no hablaba y un coro de súcubos e íncubos fueron los personajes de los que me valí para versionar o mejor "inspirarme" en El alguacil alguacilado, Las zahúrdas de Plutón, La visita de los Chistes que integran Los Sueños, de Francisco de Quevedo.
La Corte de Pedro Botero fue estrenada en agosto de 1972 en la Plaza Pública de Larrabezúa, tras el cementerio del pueblo con una práctica escenografía de Dionisio Blanco que permitía montarla y desmontarla en un par de horas.  Su última representación se dio al final del otoño en el Teatro Arriaga, después de regresar de Sitges.




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EL DETECTIVE ANACLETO EN BUSCA DE SU PROPIO ESQUELETO.


Aquí el actor Ignacio Gutiérrez encarna a un detective que un buen día, sin saber cómo pierde su esqueleto. Fue el personaje encarnado por Pedro Egurrola el ladrón de los huesos del pobre Anacleto. Rodeados de media docena de actores como la sardina Catalina, el gato Garrafú y la araña Mari Castaña, etc., quienes, ayudados por los niños espectadores, logran encontrar el esqueleto de Anacleto, escondido en el cuerpo de su ladrón. Así fue cómo el detective recupera sus fuerzas. Esta obra infantil, encargada también por Luis Iturri, fue estrenada en el colegio Francés de Bilbao en el año 1973. Fue seguramente la obra mía que tuvo más representaciones (ciento diecisiete) exceptuando Don Volpone. Su demanda fue tan grande que hubo que alquilar el Teatro Arriaga para representar una matinal memorable.  
Las canciones que interpretaban los personajes fueron pronto aprendidas por los niños, que las interpretaban con gran estruendo y jolgorio.  Quizás fue la experiencia más hermosa que recuerde en mi paso por el teatro.




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DON VOLPONE.

Don Volpone se estrenó en 1974. Fue una época en la que Luis Iturri llenó su chalet de Sopelana de actores guipuzcoanos y catalanes. Su proyecto de montar Jaun de Alzate, de Pío Baroja, no había decaído, pero el esfuerzo era grande y el coste económico quizá mayor. En aquella casa tan querida por él, Luis mandó derribar tabiques en la planta baja  con la idea de montar una academia de interpretación. Contrató un buen elenco de profesores y captó con facilidad un número suficiente de alumnos para comenzar a caminar. Me ofreció la dirección del centro y acepté. De nuestro contacto diario surgió la idea de versionar el Volpone de Ben Jonson.  El resultado fue un montaje fresco que recorrió todas las capitales importantes de España y se mantuvo en la cartelera de Madrid dos meses. Al principio el personaje de Volpone lo hacía el bajo Julio Catania. Después lo tomó Luis Iturri. La música la compuso nuestro Carmelo Bernaola como en otras tantas ocasiones.
Como todas las obras clásicas que han llegado hasta nosotros, Volpone no ha perdido nada de actualidad. Sólo es necesario desnudarles de su ropaje, vestirlos a nuestro uso y actuar como ellos. En Volpone o El Zorro la codicia no se detiene ante nada. Humor negro y sátira mordaz donde la corrupción, la lujuria y las miserias humanas son el pan nuestro de cada día. 
Igual que ahora.  Por algo ha permanecido hasta la fecha como la obra de Jonson que más veces ha sido llevada a la escena, siendo una de las más importantes obras de la época jacobina.




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LO ÚLTIMO QUE HICE PARA LUIS ITURRI.

Estábamos en Cádiz. Recordábamos la puesta en escena de Rómulo el Grande realizada en tiempos del teatro de Cultura Hispánica, dirigida por Jimeno, donde Luis interpretaba el papel de protagonista.  Yo recordaba con nitidez, aunque entonces éramos casi unos niños, el instante en que el Emperador pagaba sus deudas con las hojas de oro de su corona. Habían transcurrido 35 años. Entonces Luis Iturri era director del Teatro Arriaga de Bilbao, que tanto le debe, director de prestigio internacional, no sólo de teatro sino también de zarzuela y de ópera. Le dije:
     - ¿Por qué no montas tú Rómulo y subes al escenario?
     - Si escribes una versión nueva, sí.
Rómulo el Grande de Friedrich Dürrenmatt, traducida y versionada por mí se representó en el Teatro Arriaga del 14 al 31 de agosto de 1997.  La música de entrada la compuso Carmelo Bernaola, la escenografía le regaló Carlos Cugat y el vestuario fue de Jesús Ruiz. Recuerdo que también puse texto al programa de mano. 

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